Herencia Chontal: El Mezcal de Resistencia de la Sierra Sur de Oaxaca


El Alma en Cada Gota
Hay destilados que se fabrican. Y hay mezcales que nacen del pacto sagrado entre tierra, tiempo y espíritu.
Nuestro mezcal no se cultiva. Se recolecta del monte salvaje, donde agaves como el Tobalá, Tepextate, Cuishe y Jabalí crecen sin la mano del hombre, resistiendo sequías, luchando contra las piedras, madurando durante 12, 15, hasta 25 años bajo el sol implacable de Oaxaca. Estos agaves silvestres no pueden ser domesticados. Cada planta es única, marcada por el terruño que la vio nacer: la altitud, los minerales del suelo, la orientación del cerro.
En la cultura mesoamericana, el agave nunca fue solo una planta.
Era —y sigue siendo— un regalo divino. Los aztecas veneraban a Mayahuel, la diosa del maguey, quien emergió del sacrificio y el amor para nutrir a la humanidad. Cada penca del agave era alimento, medicina, fibra para tejer, agujas para coser, techo para cobijarse. Y de su corazón fermentado, surgía el pulque sagrado, reservado para ceremonias y ancianos, porque se creía que contenía la esencia espiritual de la diosa.
Cuando bebes nuestro mezcal, no solo bebes alcohol. Bebes memoria ancestral.
El Ritual Artesanal que Honra
Elaborar mezcal de agaves silvestres no es producción industrial. Es un ritual que exige paciencia, conocimiento y respeto absoluto.
COCCIÓN: Las piñas se entierran en hornos cónicos de piedra volcánica bajo tierra, donde brasas de madera de encino las abrazan durante 3 a 7 días. Aquí, el agave absorbe el humo ancestral que define su carácter ahumado, mientras sus azúcares se caramelizan lentamente. No hay atajos. No hay autoclaves.
MOLIENDA: Una tahona de piedra volcánica —arrastrada por caballo o mula— tritura las piñas cocidas durante 2 a 4 días. Esta técnica milenaria extrae los jugos sin destruir las fibras, preservando cada matiz del agave. Cada vuelta de la tahona es un homenaje a generaciones de maestros mezcaleros.
FERMENTACIÓN: Los jugos y el bagazo reposan en tinas de madera abiertas al cielo, donde levaduras silvestres del ambiente transforman los azúcares en alcohol. Este proceso puede durar de 5 a 30 días, dependiendo del clima. Cada lote es irrepetible, influenciado por el viento, la temperatura, la humedad del día.
DESTILACIÓN: En alambiques de cobre o barro —según la tradición de cada maestro— el mezcal alcanza su pureza. La primera destilación produce el "ordinario"; la segunda revela el alma del agave. Este paso toma 6 a 10 horas por lote y requiere la sabiduría de quien conoce el punto exacto.
Nuestro Mezcal es Diferente
Mientras el 74% del mezcal comercial se produce con Espadín cultivado, nosotros apostamos por lo salvaje, lo escaso, lo verdadero. Cada botella contiene agaves que crecieron sin prisa, sin intervención, en poblaciones pequeñas y fragmentadas que están en riesgo.
Por eso nuestro mezcal tiene notas que no encontrarás en ningún otro lado: minerales de las alturas, terrosos del monte, florales del ciclo natural, herbales del viento libre.
Cuando descorchas una botella, no estás abriendo un producto. Estás liberando el espíritu de plantas ancianas, el conocimiento de maestros mezcaleros, y la energía de Mayahuel misma.
Este mezcal no es para todos. Es para quienes entienden que lo auténtico vale la espera.

